La calidad del aire en edificios: Clave para la salud y sostenibilidad urbana
Junio 2024
Imagen: diseñada por Freepik
La calidad del aire interior en los edificios es un factor crucial que impacta directamente en la salud, el bienestar y la productividad de sus ocupantes. A diferencia del aire exterior, el aire interior puede estar hasta cinco veces más contaminado, especialmente en edificios sellados y con ventilación limitada, lo que favorece la acumulación de agentes nocivos como partículas en suspensión, compuestos orgánicos volátiles (COV), dióxido de carbono (CO2) y contaminantes biológicos.
El Barómetro de Edificios Saludables 2024 del BPIE – Buildings Performance Institute Europe proporciona un marco integral para la creación de edificios saludables, sostenibles y resilientes. Este informe destaca la necesidad de una definición común de edificios saludables que beneficie la salud física y mental de los ocupantes, sea sostenible y resiliente al cambio climático, proponiendo cinco dimensiones esenciales:
- Mejorar la salud: los edificios deben estar diseñados para fomentar tanto la salud física como mental de sus ocupantes. Esto incluye la calidad del aire, la iluminación natural y la reducción del ruido.
- Diseño centrado en las necesidades humanas: los espacios deben ser accesibles, cómodos y adaptados a las necesidades específicas de las personas que los utilizan, lo que implica considerar factores ergonómicos y facilitar la interacción social.
- Construcción y gestión sostenible: utilizar materiales y técnicas de construcción que minimicen el impacto ambiental es crucial. La eficiencia energética y la reducción de emisiones de carbono son aspectos centrales.
- Adaptabilidad: los edificios deben ser resilientes al cambio climático y adaptarse a las nuevas tecnologías y necesidades futuras. Esto incluye la capacidad de modificar el uso del espacio sin grandes remodelaciones.
- Empoderamiento de las personas: las personas ocupantes deben ser educadas y capacitadas para usar los edificios de manera que maximice su salud y bienestar. La participación activa de las personas usuarias en la gestión del entorno construido es fundamental.
Por otro lado, el último informe sobre la “Calidad del aire en Europa 2024” de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) revela una mejora en la calidad del aire en Europa. Aunque sólo el 2% de las estaciones de vigilancia superaron los límites de la UE para partículas finas en 2022, casi todas las personas residentes en entornos urbanos están expuestas a niveles superiores a los recomendados por la OMS. Las partículas finas, provenientes de la calefacción doméstica, la industria y el transporte, siguen siendo el principal contaminante del aire.
El plan de acción de contaminación cero del Pacto Verde Europeo busca reducir las muertes prematuras por partículas finas en un 55% para 2030 y eliminar los impactos significativos en la salud para 2050. La UE está alineando sus estándares de calidad del aire con las directrices de la OMS para cumplir estos objetivos.
La mejora de la calidad del aire exterior está intrínsecamente relacionada con la calidad del aire interior en los edificios. Crear edificios que promuevan la salud implica no sólo una buena ventilación y filtración de aire, sino también la elección de materiales de construcción que no emitan contaminantes. La implementación de políticas que reduzcan la contaminación del aire exterior contribuye directamente a mejorar la calidad de vida dentro de los edificios.
La sinergia entre la mejora de la calidad del aire exterior e interior, junto con un diseño centrado en las necesidades humanas y la adaptabilidad frente a desafíos futuros, crea un marco robusto para el desarrollo de entornos construidos saludables y resilientes. Al empoderar a las personas para gestionar de manera activa su entorno, se promueve no sólo su bienestar, sino también un impacto positivo a largo plazo en la sostenibilidad ambiental y la calidad de vida urbana.